Casa Luzia es la segunda casa de campo en un conjunto de tres casas en Avándaro, Valle de Bravo (la primera es casa m). El segundo lote de este terreno, tiene una pendiente aguda en dirección descendente del acceso hacia la parte posterior. Llueve con fuerza gran parte del año y la casa se encuentra en el camino natural del agua. Los grandes árboles boscosos de Avándaro se abren en el centro de la segunda mitad del terreno. El programa debía contemplar dos escenarios, una pareja joven con hijos pequeños o un par de parejas jóvenes.
Bajo estas circunstancias se diseñó Casa Luzia, tomando como claves, la inclinación del terreno y las dos habitaciones del programa. El volumen rectangular se entierra para después flotar sobre la colina. Las habitaciones se encuentran en los extremos opuestos de la planta, de esta forma adquieren autonomía y privacidad, generando una tensión que se resuelve con la apertura total del espacio compartido.
Si en los ejercicios de las casas de tres patios de Mies, permitían al sujeto habitar la totalidad del espacio desde cualquier lugar. Esta casa multiplica al sujeto y les permite co-habitar en su totalidad el espacio público y encontrar privacidad únicamente en las habitaciones. El espacio central es definido por el mobiliario. La chimenea y la barra de la cocina, son los elementos que insinúan los límites de las áreas interiores.
Existe una suerte esquizofrénica en espejear la arquitectura moderna. Dos espacios de proporciones similares en aristas opuestas, que se ven una en la otra de forma distinta, reconociéndose en su par y no en si mismas. Parece que aunque sean idénticas nunca podrán llegar a ser homogéneas; sometidas al destino de su distancia, crean una fuerza que podría romper el espacio de la arquitectura. Y; como en la construcción es mejor “dirigir las grietas” el volumen de Casa Luzia se parte por una torre de piedra a doble altura, un elemento pesado y bruto que “dirige la grieta” del espacio.
Gran parte de la piel del volumen es de madera tanto en su exterior como en su interior. Lo sostiene una estructura de acero que libera la parte debajo de la casa para dar lugar a una terraza/patio continuando con la topografía y vegetación del terreno. La piel de madera es sustituida por ventanas corredizas en donde la orientación y las vistas así lo requieren. Sobre la estructura descansan dos losas de concreto que corren a lo largo del volumen, solo se ven interrumpidas por la doble altura de piedra que resuelve el equilibrio espacial, los contrapesos materiales y la proporción de la casa.
Y si me lo permiten, nos recuerda el exterior de Avándaro desde dentro.
Fotografía: Onnis Luque